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Semana del 7 al 14 de mayo

Estos son los cuentos premiados: 

Categoría de 6 a 9 años:

Lo mejor de mi vida

Por Daniela, 9 años

Una noche de navidad, una niña de nombre Amaya estaba dispuesta a todo para grabar a Papá Noel. Era su sueño, año tras año Amaya lo intentaba pero no lo conseguía. Pero ella estaba convencida de que lo lograría, aunque tuvo dificultades:
Primero: Su madre Rosa, no le paraba de repetir que se tenía que ir a la cama.
Segundo: No sabía utilizar la cámara de video.
“Así no se puede grabar a Papá Noel”- pensó. Cuando llegó la hora de irse a dormir Amaya no paraba de gritar como loca. Pero su abuela le dijo:
-Cuando se duerma mamá, te llevare a ver algo inolvidable, te lo prometo.-
Amaya no se creyó ni una palabra de lo que dijo su abuela y contestó:
– Abu déjalo, es para que me vaya a la cama-
– Conque no me crees ¿eh? Pues prepárate – Dijo la abuela con voz amenazante.
Amaya se fue. La abuela no dejó a Amaya así destrozada.
Llegadas las doce en punto de la noche, la abuela cogió a Amaya y ya juntas…salieron al jardín.
Amaya no entendía a su abuela, no sabía que su abuela tenía una gran sorpresa. Se empezó a oír una suave melodía. Al fondo del jardín se empezó a ver una pequeña luz. Amaya no se creía lo que veían sus ojos: era una criatura extraordinaria, que tenía los ojos color violeta alegría, el resto del cuerpo era de colores alegres y variados y su sonido era una suave melodía.
Era una criatura pequeña y extraña, dicen que solo se puede ver cuando las cosas van tan mal que quedas por los suelos, ya que esta criatura te alegra el día.
Amaya no olvidara jamás ese momento, esa criatura mágica a la que le dedicó el nombre: FELICIDAD!!!


 

El príncipe de Aranjuez

Por Carla, 9 años

(A mis yayos Luis y Trini, a los que les encanta pasear por los jardines de Aranjuez, pronto volveréis a hacerlo. Os quiero)

Érase una vez un castillo al Sur de Madrid. Allí vivía un niño muy caprichoso, lo quería todo. Balones, bicicletas, patines, puzles, construcciones, coches de carreras, golosinas, chocolatinas, cromos,…nunca era suficiente. Sus padres ya no sabían qué hacer.

Entonces fueron a visitar al viejo sabio del pueblo para pedirle consejo. Les dijo: “La solución está en vuestra mano, dejad de buscar en lo vano. Mirad vuestro bolsillo, en las llaves del castillo.”

Fueron al castillo y probaron con todas las puertas, una de las llaves no encajaba en ninguna. Salieron afuera, solo quedaba una vieja verja. La llave entraba a la perfección y abrió. Entusiasmados descubrieron un jardín precioso con flores, plantas, árboles frutales y hasta un pequeño río.

Desde entonces cada día el príncipe invita a todos los niños y habitantes del pueblo a su jardín. Hizo un montón de amigos. Jugaban, se divertían y ya nunca mas volvió a pedir. Ahora es feliz.


 

El hada Olivia y la sirena

Por Valeria, 8 años

Había un vez un hada llamada Olivia. Olivia  tenía una perra que se llamaba Lili y siempre estaba jugando con ella. Vivía en un bosque con muchos árboles muy altos, pero no tenía amigas. Porque en aquel bosque vivía ella sola, o eso es lo que ella pensaba.

Pero cuando un día estaba jugando con Lili , vio algo raro  en el lago junto junto al árbol donde ella vivía. Se acercó volando para ver lo que era.

¡Una sirena! No podía creerlo. La sirena le contó que  ella no era la única hada del bosque, que si había más. Pero vino un mago  llamado Malvadisco que las hechizó.

La sirena le contó que solo un hada poderosa podría romper el hechizo y liberar a las demás hadas.

A partir de aquel día el hada Olivia practicó  todos los hechizos que aprendió en la escuela de hadas para romper el encantamiento pero nunca lo conseguía. La sirena al verla tan triste le dijo que solo tenía que desearlo de verdad y pensar en cosas bonitas.

Y así fue como el hada Oliva pensó en lo bonitas que eran las flores, en lo que le gustaba bañarse en el río de agua cristalina, en lo que le gustaba juga con su perra Lili y sin darse cuenta voló alrededor de  todos los árboles  y de su amable corazón salieron estelas doradas y les llegó a todos las hadas que estaban dormidas por el hechizo.

Rompió ese malvado hechizo  y a partir de aquel día todas las hadas se hicieron amigas y también la sirena del bosque.


 

Categoría de 10 a 14 años:

La terraza de verano

Por Verónica, 13 años

Hoy, sin saber por qué, mi cuerpo nostálgico y articulado salió al balcón principal de la casa, cómo se abre el cielo al amanecer. Desde ahí pude ver la terraza donde viví mis veranos en la infancia. Aquella mesa blanca de estilo renacentista brillaba a la luz de un sol al atardecer. Todavía seguía en el mismo sitio la mecedora donde me dormía en brazos de mi madre; madera de roble puro, pintada de verde hierba, al ritmo de la suave brisa con olor a lavanda. La esquina donde mis sueños se mezclaban con el calor de la tarde.

Sobre la mesa se erguía un florero color crema; regalo de bodas de mi madre. En él yace una rosa, blanca como la nieve, y de tallo espigado. Recuerdo que esa rosa vino a mi vida, junto a un anillo de compromiso, que llevo colocado desde hace setenta años en el dedo anular de mi arrugada mano derecha.

En esta tarde de verano, como de costumbre, mi acompañante en la vida, sentado en una silla, a su vez blanca, contigua a la mesa, mira al horizonte mientras sus canas cada vez más grises agradecen el paso de los años. Su postura sencilla y encorvada hace memoria a mi padre, gran hombre y consejero, trabajador cono nadie, pero sobretodo mi reto a seguir. Aquí, en este balcón, solía sentarse a mira como su hija jugaba con pequeñas y detalladas muñecas de porcelana, hoy en día símbolos de mi niñez, acostadas sobre la mecedora.

Las hojas verdes y canelas bailan por el suelo anaranjado junto a los pies de mi marido que, al verme observando, me sonríe; una sonrisa cálida, cariñosa y llena de sentimientos que antaño eran nuevos para  ambos. Nuevamente retoma sus pensamientos y su mirada se pierde entre los árboles del verde bosque frente a él. Las escaleras por las que se accede están llenas de colores vivos: rojo, amarillo, naranja… donde el recuerdo de nuestro primer beso se mezcla con el polvo de los años.

En este momento lamento muchas cosas del pasado; errores irremediables pero también momentos buenos, inolvidables que me hacen sentir orgullosa de cada arruga que padezco. Estoy mayor y el tiempo me afecta. Me siento cansada y los huesos me responden poco. Con el sol de la Provenza ante mis ojos, cierro los párpados y despidiéndome de lo que más quiero, decido descansar.


 

Abuelos de otra época

Por Elena, 11 años.

Érase una vez una niña y un niño desconocidos que nacieron el mismo día en diferentes lugares del mundo… Él creció siendo un gran apasionado, siempre con ganas de aventura y ella queriendo descubrir el mundo.
Para celebrar su vigésimo cumpleaños, en perfecta coincidencia, ambos fueron al Amazonas pero por diferentes motivos: Ella a explorar ese lugar y él a intentar estudiar una familia de monos. Los dos fueron al mismo hotel y como os esperabais se encontraron… Él se quedó asombrado por la belleza de aquella mujer y ella pensó prácticamente lo mismo. Se enamoraron inmediatamente, conversaron, se dieron cuenta de que cumplían el mismo día y ella, segura de si misma, le propuso si quería cenar al día siguiente, celebrando así juntos sus cumpleaños. El aceptó la petición de la mujer con una gran sonrisa en la cara que no quitó hasta terminar aquella velada, se quedaron toda la noche hablando, conociéndose mejor.
Al día siguiente, cada uno fue por separado a cumplir su propósito: Él al corazón de aquella selva tropical y ella a explorar cada milímetro desconocido. Cada uno consiguió hacer casi todo para lo que había ido a aquel lugar exótico pero él, al intentar irse al hotel, se encontró con un serio problema: Los monos se habían puesto violentos por unos granos de café que les había dado. La exploradora en cambio, habiendo terminando de ver la zona, fue al restaurante del hotel a esperar a su cita, que no terminaba de llegar. Recordó la conversación que tuvieron el día anterior y se acordó de que iba ver a los monos. Cogió sus cosas (tranquilizantes, cuerdas, escopetas…) por si surgía algo, y gracias a que tenía buen sentido de la orientación pudo llegar al corazón de esta selva. Él empezó a asustarse puesto que los primates empezaban a acercarse cada vez más pero dejó de estarlo cuando el miedo le permitió ver a la mujer entre las plantas. Esta gran valiente fue corriendo hacia el hombre como si no le dieran miedo los monos, lo cogió de la mano e intentó salir de allí; pero no fue tan fácil. Estos animales empezaron a subirse por sus piernas, gritar… Era una completa locura. Pero, como dije antes, ella había traido los materiales suficientes para calmarlos: unos calmantes para dormirlos. Por suerte pudo envolverlos en un poco de miel, néctar y comida para monos que ella tenia en su mochila. Y consiguió lo planeado: Todos se quedaron dormiditos entre la hierba de la selva y se fueron de aquel lugar sin ganas de volver.
Cuando llegaron al hotel estaban aun más enamorados así que cuando confesaron su amor decidieron casarse, tener hijos, nietos y, como no, una maravillosa vida.
… ¿Qué tal? ¿Os ha gustado la historia de como nos conocimos vuestra abuela y yo?
– ¡Si, qué guay abuelo! Me encantaría tener una historia así- dice la nieta.
– Papa, ¿de verdad escapasteis y dormisteis a unos monos?… Yo no os veo haciendo eso.- dice la hija
– Es verdad abuelo, sois muy mayores y eran otros tiempos, esas cosas no se hacían.- dice la nieta.
– Sí que se hacían esas cosas, no era algo normal pero no había quien te lo impidiera- responde el abuelo.
– Bueno vámonos a casa, que hay que recoger a tu padre de la estación- dice la madre.
– Si vámonos que tengo ganas de cenar- dice la nieta.
– ¡Qué dices de cenar! No has dejado de pedirle comida a la abuela en toda la tarde- dice la madre.
– ¡Si la niña quiere cenar, dale de cenar!- dice la abuela mientras que la madre abre la puerta principal para irse y hace un gesto que dice “si” con la cabeza.
– ¡Y no os olvidéis! – grita el abuelo mientras que todos le miran con cara rara- ¡Todo es posible!


Si tu cuento no ha resultado premiado, puedes intentar enviar un cuento nuevo la próxima semana, antes del jueves.

¡Gracias a todos los participantes!