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Semana FINAL: del 21 al 29 de mayo

Estos son los cuentos premiados: 

Categoría de 6 a 9 años:

Cloe y el colegio

Por Paula, 7 años


Había una vez una niña, pero no una niña normal, sino una niña mitad hada y mitad unicornio. Su nombre era Cloe. Ella quería ir al colegio, pero tenía un problema: No sabía a qué colegio ir, si al de unicornios o al de hadas. No sabía si en colegio sería bien recibida, ya que era una niña especial y diferente a las demás.
Todas las mañanas veía como un grupo de niñas humanas iba al colegio. Cada vez que las veía se ponía triste. A ella le habría encantado tener su propio grupo de amigas. Un día por la mañana, estaba jugando en el jardín de su casa y las niñas se acercaron a Cloe y le dijeron:
– ¿Por qué no vas al colegio? – Le dijo una niña con una voz muy bonita.
Y antes de que Cloe pudiera responder otra niña le preguntó:
– ¿Por qué no vienes a nuestro colegio? Así seríamos más amigas en el grupo.
– Nos lo pasamos muy bien y aprendemos cosas muy interesantes – Dijo otra de las niñas.
Cloe respondió:
– No voy al colegio por que soy mitad hada mitad unicornio y no sabía a qué colegio ir. Soy diferente a las demás… – Respondió con voz triste.
– ¿Por qué no vas al de humanos? – Le dijo una de las niñas.
– Me gustaría mucho, pero antes tengo que preguntarles a mis padres.
– Espera, tengo una pregunta para tí …¿Si tu eres mitad unicornio mitad hada, cómo son tus padres?
– Mi madre es un hada y mi padre es humano. Somos una familia diferente, especial. Voy a preguntarles a mis padres qué les parece la idea.
– Mamá y papá ¿Puedo ir al colegio de humanos? – Preguntó Cloe. He conocido a un grupo de niñas humanas que querrían ser mis amigas.
– ¡¡¡¡¡¡Humanos!!!!!!!! – Gritó la madre de Cloe.
– Bueno ¿Podemos dejar que Cloe lo pruebe no? – Dijo el padre de Cloe. Es una buena oportunidad para que consiga hacer amigas.
– Bueno, vale. Me parece buena idea.

Y desde aquel día Cloe consiguió tener un grupo de amigas. Reían, dibujaban, paseaban e iban al colegio juntas. No les importaba que fuese diferente. Lo importante es que era una buena amiga.


 

La pequeña María

Por Claudia, 9 años

Había una vez una niña llamada Claudia, tenía los ojos marrones y era de pelo castaño, ella siempre quiso tener una hermana pequeña para poder cuidarla y enseñarle cosas que ella aprendía.
Cuando Claudia nació sus padres, Laura y Miguel ,le regalaron un peluche. Claudia no se separaba de él y lo llamó Yayu, era un conejito azul con ojos grandes negros y un lacito rosa en las orejitas.
Después de un año nació María, era rubia con ojos marrones y la hermanita de Claudia. Claudia no se separaba de ella, era como si María se fuese a caer por un barranco y Claudia la sujetaba para que no se cayera.
María y Claudia crecieron como una, pero cuando Claudia cumplió los 8 años ya no le gustaba jugar a lo que le gustaba a María. Como ya no estaban tan unidas se peleaban mucho pero había veces que era como si volviesen al pasado cuando se abrazaban. Cuándo Claudia fue a la universidad de escritora, María quería estar con ella, así que se fue a la universidad de veterinaria más cerca que había de la de su hermana. Un día María llamó a Claudia por el móvil le dijo que había descuentos en una tienda de ropa para que se encontraran ahí.
Cuando se vieron se pusieron muy contentas y se dieron el abrazo más fuerte que jamás se habían dado. Las dos admitieron que se echaban mucho de menos y se dijeron la una a la otra que quedarían en esa tienda todos los días a esa misma hora, así lo hicieron.
Cada día su amistad se hacía más grande hasta que volvió a ser como al principio las dos sentían que acababan de nacer.
Se compraban la misma ropa e incluso se hacían llamar las hermanas inseparables.


 

Categoría de 10 a 14 años:

Los mensajes que se hacen esperar

Por Carlota, 12 años

Me senté sobre el puente, de un reluciente color blanco como el mármol.El enigmático aroma de azucenas, rocío y lirios endulzaba mi día. Miraba admirada hacia el bello cielo; ese atardecer de verano me sería inolvidable. Las nubes se teñían de un suave color coral y el cielo se fundía en una escala cromática de los más exóticos colores. Bajo mis pies oía el suave murmullo del río, que llevaba las aguas cristalinas en las que habitaban pequeños peces de color malva, ocre y todo tipo de tonalidades. Cuando me sentía triste solía ir allí, leía un libro y dejaba que mi imaginación me llevará a mundos en los que nunca podría realmente estar. Mis ojos dorados brillaban de alegría y huían de la vida real, pues solo quedaban unas horas para mi cumpleaños y ni los del orfanato se habían acordado. Pero lo que más me dolió, fue que no lo hicieran mis tres mejores amigos: Lily, Mark y Adelaida, que no se habían molestado siquiera en preparar conmigo la fiesta como habíamos hecho años anteriores.

Un rato más tarde, me dirigí a la orilla del río, el sonido del agua borboteando me relajaba e inspiraba. Me encantaba, no solo leer sino también escribir. Por eso solía ir allí, me llenaba la cabeza de nuevas ideas que podría plasmar en el papel. Todo parecía normal, la melodía de los pájaros, el sonido de las hojas al rozar con la brisa y los peces saltando sobre aquel río turquesa lleno de vivacidad. Hasta que a lo lejos pude ver algo que traía la corriente. Esperé a que se acercara más a mi para poder apreciar de qué se trataba, entonces me di cuenta de que era una botella de cristal, con un tapón de corcho y un papel enrollado en su interior.Me recordaba a todas aquellas historias en las que gente en peligro usaba los mensajes para avisar a otras personas.Lo cogí con cuidado justo en el momento oportuno, hubiera hecho un movimiento en falso y no me hubiera dado tiempo a cogerla. Cuando lo abrí y leí, pude darme cuenta de que el mensaje tenía un enigma o más bien, una poesía en su interior: “El camino es guiado por la luz, síguela y obtendrás tu virtud”.

Me quedé imaginando que podría significar y pronto la noche cayó, estaba tan enfrascada en el misterio que en vez de volver a casa, me dirigí hacia una pequeña laguna no muy lejana para reflexionar. Aquel día el claro de luna brillaba con gran esplendor, lo que me hizo recordar el mensaje.Me abrí paso entre los majestuosos abetos y me acerqué al reflejo blanco que había sobre el agua, como si fuera un impulso, sin darme cuenta de que era un idea estúpida…me tiré.

 

Sentí un escalofrío en todo mi cuerpo, un temblor inexplicable, bueno en realidad sí era explicable…me había tirado a una laguna, por la noche, con un vestido de seda y en un bosque. Apenas podía abrir los ojos pero fui capaz de visualizar un brillo a lo lejos, entre algas y oscuridad comencé a descender mientras sentía como cada vez el aire en mis pulmones era menor. Debieron de ser segundos, pero en mi percepción pasaron horas hasta llegar y poder ver qué era lo que tanto brillaba.Otra botella, prácticamente idéntica con una linterna dentro que provocaba la luz, entre otras cosas.

La cogí y subí hacia la superficie temblando, saqué de su interior un envoltorio negro de un suave terciopelo y al abrirlo, vi un pequeño reloj…el reloj que siempre había deseado tener, con pequeñas amatistas y unas manecillas doradas.

En este había una nota pegada: “No abrir el sobre hasta las doce”.

Esperé y observé cómo las manecillas se iban moviendo hasta que marcaron las doce. Entonces tomé el sobre que también había dentro.

Al abrirlo, vi un sencillo mensaje escrito: “Feliz cumpleaños Clair, o como te llamamos: La del pelo azabache ”.

Esbocé una gran sonrisa, mis amigos…los mejores en el mundo, no se habían olvidado sino que me habían preparado una gran sorpresa, conociéndome a la perfección.Tres cabelleras, dos castañas como la avellana y otra de un color cobrizo se asomaron, para después fundirnos en un abrazo.

 

—Jamás nos olvidaremos de una fecha tan especial, feliz cumpleaños, Clair—dijeron, al unísono.


 

El parque mágico

Por Aitana G., 12 años

¿Los parques acuáticos existen? Sí, pero ¿esta niña los conocía? Preguntémosle a ella.

Daphne es una niña con muchísima imaginación, tiene los ojos verdes y el pelo liso. Su pelo también es muy largo y va siempre con un pantalón corto y una sudadera que se lo tapa, porque es un pelín grande. Sus sudaderas son casi todas iguales pero de color rosa, unas tienen cuerdas, otras tienen capucha…

Esta niña vivía en una casa normal, no muy grande, pero tampoco muy pequeña. Era una casa en el bosque, bueno, más bien en un pueblo cerca del bosque, tenía algunos vecinos de todas las edades y entre ellos, también había de su edad, pero a ella no le atraían esos niños, solo pensaba en:

¡Mamá, vamos a la cola de la atracción!, dijo Daphne entrando por la puerta del parque de atracciones.

A su madre le encantaba toda la imaginación de su hija, de hecho todos lo días que Daphne le invitaba a acompañarla se iba feliz a hacerlo. Ella cuando se “tiraba por el tobogán” se reía mucho y le encantaba pasar tiempo con ella.

Un día antes de su cumpleaños, Daphne se fue al bosque, pero esta vez se adentró en él un poquito más, y al estar corriendo, se tropezó con algo muy duro, parecía metal pero ella no lo sabía. Apartó las ramas marrón madera y hojas brillantes que había encima y lo observó durante unos minutos. Era un asiento con ruedas, estaba un poco oxidado y tenía una gran barra enganchada al sillín para agarrarse. Aquel asiento le resultaba muy familiar, y… efectivamente era de una de sus atracciones favoritas: trata de un recorrido circular en el que tienes que disparar con la pistola de agua y se subió en él. Unos minutos más tarde Daphne grito: ¿¡Qué está pasando!?

No lo podía observar muy bien porque le deslumbraba los ojos una gran luz blanca y de repente Daphne estaba en el cielo. ¡Sí!, estaba volando y se estaba empezando a revelar un gran parque a través de unos pequeños brillos amarillos. Las estrellitas amarillas conducían una alta montaña con una piscina por la parte de abajo y, tan rápido como un abrir y cerrar de ojos, apareció un parque mágico. Daphne estaba corriendo al mismo tiempo que gritaba recorriéndose el gran parque que se había revelado hace unos segundos. Ella súper emocionada se dirigía a la gran montaña cuando un gran gorila de un metro cincuenta, más alto que la pequeña Daphne, le pegó un gran susto. El alto gorila, llamado Grill, estaba acompañado de una ardilla que estaba mordiendo media bellota, era su tercera de hoy. También acompañado de un pequeño zorro, con la cola no muy larga y un color naranja pastel. Luego, Daphne se cayó al suelo del susto que le dieron otros de sus acompañantes, eran dos búhos. Uno era regordete de colores crema y los ojos muy brillantes y el otro búho, a diferencia de él, estaba lo más delgado que podía estar un animal como él. Este tenía un color mucho más oscuro, tirando para marrón tierra y un pico muy largo y ágil. Daphne algo extrañada pero feliz les dijo su nombre, y datos sobre ella, entre ellos que tenía 7 años. Y… de repente dijo un animalillo: -¡Hola, yo soy…!-

Y sin poder acabar la frase nuestro último compañero se durmió, y ya que él mismo no se pudo presentar, lo tuvo que presentar Grill. Daphne este es nuestro último amigo, es el perezoso del grupo… de verdad que lo es, dijo Grill mientras que lo cogía para que no durmiese en el suelo. Estuvieron el día entero montándose en todo el parque aunque un poquito apretados en aquel sillín viejo y oxidado. Aún así Daphne se lo pasó pipa, cuando estaban en el tope de la montaña rusa, que era altísima, mientras la niña se preguntaba porque nunca la ha visto desde su casa, pero siguió disfrutando de aquel momento con sus amigos peludos y cuando llegaron a un looping, que es cuando das una vuelta en la montaña… pasó algo que fue increíble: ¡Qué chulo!, no dejaba de decir la niña mientras se caían en el aire hacia la piscina. Daphne y sus amigos se lo pasaron bomba, literalmente, porque Grill y los demás se tiraron de bomba y salpicaron todo el parque. Y a punto de que anocheciera fueron a por la cámara de fotos y posaron todos, bueno menos nuestro amigo dormilón. Aunque, al oír el “click” de la cámara, el perezoso que estaba agarrado a la muñeca del gorila pego un saltito y la cámara lo pilló un poco desprevenido.¡Pero salían todos guapísimos!

Grill salía atrás del todo por su altura y lució bien su cabello verde. Luego nuestros dos búhos que como no, estaban en el centro de la imagen presumiendo o de sus ojos o del fuerte y ágil pico que tenían. Nuestra ardilla con la boca como un globo, llena de sus bellotas. Nuestro zorrito encima de la cabeza de Daphne con su sonrisa de dientes pequeños. Y, por último, nuestro perezoso que ya sabéis cómo ha salido, así que mejor no recordárselo, y os lo recomiendo de verdad porque él es muy “fotogénico”, o eso dice él. Y no nos olvidemos de nuestra querida Daphne, que desearía que hubiera estado su madre, y que ella hubiera conocido a sus amigos nuevos. Y… cuando ya cansada, cogió su foto, se quedó dormida encima de Grill, pero también acompañada del otro dormilón del grupo peludo. Y cuando se quiso dar cuenta al día siguiente, llegó su madre con una tarta de tres increíbles pisos, y una gran corona. Por supuesto Daphne se la puso y se comieron un gran trozo de tarta de frutos del bosque. Como gran regalo su madre la llevó al parque acuático y pasaron un día genial. Ahora todas las semanas nuestra niña de los parques de atracciones iba todos los días de visita al bosque, pero siempre se adentraba con su madre jugando juntas, como hacían antes. Solo que ahora lo hacían con sus nuevos amigos. Y sí, los parques acuáticos existen, y la única manera de verlos no es con lógica, sino con la facilidad de adentrarte en un mundo totalmente nuevo. Imagina, sueña y haz que los demás también lo hagan. Adiós Grill, Daphne, y todos sus amigos. Ahora sí, recuerda: ¡Sueña a lo grande!


 

Un cazarrecompensas especial

Por Aitana S., 12 años

Esta es la historia de un intrépido caballero llamado Filip. Él era un chico valiente y aventurero, no tenía familia, vivía solo, deambulando por los distintos bosques de Montegris, su pueblo. Él trabaja como cazarecompensas, pero no uno normal, sino que se encarga de llevar a los criminales a la policía, eso sí siempre sanos y salvos. Él es uno de los cazarrecompensas más solicitados, al no tener familia, no tiene nada por lo que le merezca la pena volver a casa con todos sus miembros, o sin ir más lejos, con vida, eso hace que su implicación en cada encargo, sea mayor.

 

Era un día normal, uno como cualquier otro. Se vistió, se puso el traje y se fue en dirección a la base. Una vez allí, se dispuso a buscar a su jefe, el coronel Mongomeri:

“Has llegado 2 minutos pronto Filip” comentó el coronel Mongomeri sin mirarle a la cara,

“Tu dame mi encargo, no te quejes, que estos minutos extras no me los tienes que pagar” dijo Filip molesto por su comentario,

“Visto así…. tienes razón, tu misión de hoy es diferente, trabajaras con la capitana Amanda, la única pista que tenéis es un localizador.” Prosiguió el coronel.

A Filip no le molestó el hecho de trabajar con Amanda, ella era una Mandaloriana, y todo el mundo sabe, que ellos son los mejores cazarrecompensas del universo. Y aunque eso significaba menos recompensa, acabarían antes y podría pasar a la siguiente misión.

En ese momento, cogieron cada uno su nave, y se dirigieron a Nabo, que es donde estaba la persona del encargo. Una vez allí, aterrizaron las naves y continuaron en su búsqueda. La persona a la que andaban buscando, era un criminal muy peligroso, al que llevaba buscando el FBI mucho tiempo. De repente, el localizador que le habían dado se puso a pitar y a parpadear, y en cuanto alzaron la vista, allí estaba, era él, El Carnicero, el criminal al que habían ido a buscar. Él los divisó, y se puso a correr pero entonces Amanda se fue por la derecha y Filip por la izquierda, y lo acorralaron contra un callejón. Entonces él intentó correr hacia ellos con la esperanza de que se apartaran, pero en ese momento Filip cogió un tonel con melones dentro, y lo tiró hacia él. Cuando El Carnicero se quiso dar cuenta, ya tenía el tonel encima.

 

Entonces Amanda ayudó a Filip a levantarlo y se lo llevaron a su nave para llevárselo a la base. Una vez allí se lo entregaron a Mongomeri y se despidieron el uno del otro. Con tanto ajetreo, ya se había hecho de noche. En ese momento Filip se fue a su casa con una gran sonrisa en la cara, lo había logrado. Y aunque parece que no, yo conozco muy bien esta historia, puesto que yo  era ese cazarrecompensas tan valiente, yo era al que vosotros conocéis como Filip.


 

 

Con esta semana cerramos la edición del concurso de cuentos durante el confinamiento. Estad pendientes de las redes sociales de Hammam Al Ándalus, porque estamos preparando nuevas ediciones de cuentos infantiles para dentro de pocos meses.

¡Gracias a todos los participantes por la ilusión y el cariño que han puesto en escribir y enviar sus cuentos!


Esperamos veros por el hammam pronto!